sábado, 26 de noviembre de 2011

Cada pieza encaja con otra hasta formar un puzzle completo.

Bien, a veces pensamos que no pintamos nada en este mundo, que simplemente estamos para hacer bulto, para que la gente se ría de nosotros y saque nuestros peores defectos, guardando así las mejores virtudes que nadie nunca recuerda. Dejemos esa idea atrás. Seamos optimistas, pensemos en un puzzle, pongamos un ejemplo semejante a mi explicación, así será más sencillo; hay 7.000.000.000 de personas en el mundo, osea, 7.000.000.000 millones de piezas, cada una con sus detalles y sus defectos para encajar con las demás piezas. Puede que de esas 7.000.000.000 de piezas, no encajes con todas, puedes encajar con una mínima parte, que sería un 5% de la caja en la que estás metida. Sí, es un poco deprimente estar metida en una caja junto con otras 6.999.999.999 piezas de puzzle. Pero piensalo, es así. No por eso tenemos que pensar que tenemos la misma función, aunque si todos somos semejantes a otros, al igual que en el ajedrez, el peón no es más que un peón, como su mismo nombre indica, y el rey es el más importante del juego, que siempre tiene que ser protegido, pero realmente ¿para qué? si al acabar el juego van a volver todos a la misma caja.
Eso demuestra que cada uno de nosotros tiene que estar acompañado de sus piezas correspondientes, estando así, encajados, y pudiendo formar fácilmente el puzzle.
Si falta una pieza el puzzle no puede estar completo; si faltas tú, tampoco.

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