martes, 17 de enero de 2012

Sacar fuerzas de flaqueza.

Sí, como ya sabreis hoy es 17 de enero. Esta entrada, no tiene mucho más sentido que desahogarme. Hace 3 años y 12 días, el 5 de enero de 2009, pasó algo que marcó mi vida, que me rompió por dentro.
Si, en víspera de Reyes, pasó algo que me dejó en shock, algo que no me esperaba para nada.
Siendo una niña, jugando con mi tamagochi azul que tenía repetido, vino sola la noticia, andando y apestando el aire de mi casa con mi hermano, con mi familia.
Hace un tiempo quise escribir todo esto y dejarlo reflejado, pero no sabía muy bien como hacerlo sin que fuera algo brusco, algo puntilloso.
Todavía no sé muy bien cómo hacerlo para que no duela, ni a mí, ni a nadie que pueda sentirse afectado.
Imagino que si eres algo Joga sabrás de qué hablo, sabrás sobre que siento. Con esta entrada de blog no quiero más que desahogarme y mandarte un abrazo de esos que nos dabas siempre que podías.
Me pongo a recordar. No es agradable, pero me come por dentro el pensar que no te dije que te quería, que eras una persona que había marcado mucho mi vida, que dejaste un hueco muy muy grande cuando te fuiste.
Me acuerdo de esa vez que fui a verte con la mejor, con la que me completa. Mi prima, Cristina Joga Pérez.
Esa vez íbamos contentas a verte, como si se nos fuera la vida en ello. Obvio, todo cambió cuando llegamos allí.
Pasamos de ver a alguien con energía, alguien con un sentido del humor excelente, alguien que sí, confundía Raquel y Cristina, ¿y qué?, alguien que, puede sonar tonto, pero me hacía feliz solo con darme embutido para el perro de mi prima. Eras, eres y serás una parte muy grande de todos nosotros, todos los primos, tíos, y por supuestísimo, la abuelis.
Sé que son 3 añazos, que ha pasado tiempo. Mucho tiempo, pero sigues estando en cabeza de todos y sigues faltando a todos esos domingos y navidades. Te llevamos tan tan dentro que ni el tiempo barrerá. A ti sí.
No sé muy bien como he escrito todo esto sin sacar ni una sola lágrima, sin ni si quiera humedecer los ojos.


Sacar fuerzas de flaqueza, supongo.
Tío, tu recuerdo sigue vivo.

By: Rubiamorena~

domingo, 1 de enero de 2012

3,2,1...

Llegué temprano a casa amenazada por una llamada de mi padre, entré y me colocaron un extraño gorrito rosa de fiesta, anunciando que no iba a ser un día normal. Recogí el salón, me dieron unos regalos y me fui a cambiar.
Escogí el vestido que me compré hace unas semanas. Me peiné el pelo con el más cuidadoso cuidado, me pinté una amplia sonrisa, los ojos de color negro, y unas botas del mismo color. Salí del baño, ande hasta el salón y me senté en una mesa que ya estaba minuciosamente colocada. Olía a comida y a familia, a calor humano, a algo que no recordaba desde hace tiempo. Empezamos a comer, riendo y recordando momentos buenos cuando todos estábamos unidos. En nuestros ojos se podía notar la nostalgia mezclada con la alegría de estar en familia. Después de cenar, ninguno se preocupó en recoger la mesa, todo el mundo esperaba a poder contar algo, aportar temas a la conversación. Bromeamos sobre los anteriores años burlándonos del pasado, de algo que ya nunca va a volver a pasar y con esperanzas de que año nuevo, vida nueva. Quedaban 10 minutos para las famosas campanadas y los móviles ya vibraban con mensajes de familiares y amigos, y los nervios se empezaban a notar en nuestras tripas. El cava estaba tapado y listo para agitar, y las uvas estaban re-recontadas y puestas encima de la mesa, en un pequeño cuenco de cristal. Las manos estaban puestas en las uvas, y el volumen del televisor estaba al máximo. Aunque solo fuéramos tres, estábamos en familia, y eso era lo que contaba. Yo, mi padre y mi hermana. Lo mejor que tengo en mi vida. Los cuartos sonaron, mi hermana se equivocó y por poco empieza antes el año. Y por fin, las campanadas. 12 sonidos que van tapando problemas, que van haciendo olvidar malos momentos, que van dando esperanzas a un nuevo año y que van procreando propósitos. Acabamos. Los gritos de todo el bloque se juntaron con los nuestros. Nos abrazamos, brindamos y pedimos cosas buenas por hacer en el nuevo año, 2012. Pusimos un canal de canciones de los 90, que yo había escuchado pero no vivido. Karaoke. Todos cantamos como mejor supimos e hicimos el tonto como quisimos. Después de que todo se calmase, me quedé pensando en todo lo que me gustaría hacer en 2012, en esas 12 campanadas que cambian mucho. Tanto que unen familias.